¿Alguien ha tenido presente la nueva legislación educativa a la hora de hablar de libros digitales, editoriales, y otros temas parealelos?
¿Cómo se vivirán las competencias dentro de dos o tres años? ¿Se habrán incorporado a la vida cotidiana de los centros o se habrán quedado por el camino?. ¿Cómo evaluar a partir de una programación LOGSE -basada en contenidos- y a la vez LOE -basada en tareas-?.
Da miedo de que las competencias sólo sirvan para que se nutran las editoriales de toda la vida, que las han incluido al final de sus temas como un anexo más y dentro del cd que te dan con la programación, simplemente para imprimir y fuera…. vaya trabajo que me he quitado de encima, es principio de curso y sólo tenía dos días para hacer mi programación basada en competencias básicas, que de paso nadie me ha dicho ni qué son.
El profesorado sigue evaluando como antes, en un tanto por ciento más que alto, casi total. Pero esto es normal y no se puede reprochar, cada vez se mandan más papeles, más burocracia, más horas de clase y más problemas en las aulas que hay que resolver y porque, como siempre, las leyes se hacen desde los despachos, a empujones y según el viento que sople, sin contar con nada más. El concepto de evaluación competencial no pasa de ser una utopía si antes no se toman otras medidas y todo no es formación especializada eterna basada en una teoría imposible de llevar a la práctica, va más allá.
Ahora se llaman competencias, hace unos años temas transversales, y dentro de cuatro, si hay un cambio de cualquier tipo, lo mismo se llaman temas intocables y… volvemos a empezar.
Cuando estamos hablando de currículos en espiral, frente al tradicional en línea (tradicionales de las editoriales) y basado en unos contenidos legislativos, cuando se debería potenciar el trabajo cooperativo, la coordinación entre niveles y áreas; el seguimiento individual del alumnado; las actividades basadas en contextos reales. Cuando la motivación del profesorado es cada vez más importante para realizar un trabajo con éxito y a la vez reconocido socialmente, surgen debates como el de los libros digitales y otros similares sobre dotación tecnológica. ¿Empezamos otra vez la casa por el tejado? ¿Confundimos innovación tecnológica con innovación educativa? Está claro que no existe ningún tipo de coordinación con los docentes que se encuentran a pie de aula. Éstos siguen sin participar en las decisiones que se toman, según su experiencia diaria que al fin y al cabo es la que cuenta. Dónde trabajan, con quién tratan día tras día, qué aulas tienen, qué condiciones, cómo imparten las clases o cómo es su alumnado. Ahí comienza el verdadero cambio. Paremos el mundo de locura, donde parece haber entrado la educación, durante un momento, para volver a retomar los tan nombrados saberes a los que hacía referencia Delors y añadamos el, saber qué hemos sido, saber lo que tenemos, saber dónde estamos y saber dónde queremos llegar, con los pies en el suelo. Que la educación es una cosa muy seria y últimamente admite muy pocos experimentos y menos tratando con personas por todos sus flancos.
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